Érase
un niño que jamás vivió más de dos años seguidos en una misma casa, por lo que
decidió pintar las paredes de todas sus habitaciones con estrellas. Su rechazo
al colegio y una familia inusual le empujarán a emprender un viaje donde no todo serán constelaciones y pedirle deseos a la luna. Es hora de bajar al barro,
equivocarse con una princesa y terminar encontrando un príncipe…¿o no? Sus
ansias de libertad, tres antídotos de supervivencia y unas botas plateadas le
acompañarán por un mundo muerto donde los sueños llegan descalzos y despeinados
a Ninguna Parte.