Antonia Scott es especial. Muy especial.
No es policía ni criminalista. Nunca ha empuñado un arma ni llevado una placa, y, sin embargo, ha resuelto decenas de crímenes.
Pero hace un tiempo que Antonia no sale de su ático de Lavapiés. Las cosas que ha perdido le importan mucho más que las que esperan ahí fuera.
Tampoco recibe visitas. Por eso no le gusta nada nada cuando escucha unos pasos desconocidos subiendo las escaleras hasta el último piso.
Sea quien sea, Antonia está segura de que viene a buscarla.
Y eso le gusta aún menos.
Loba Negra
Seguir viva nunca fue tan difícil. Antonia Scott no tiene miedo a nada. Solo a sí misma. Pero hay alguien más peligroso que ella. Alguien que podría vencerla. La Loba Negra está cada vez más cerca. Y Antonia, por primera vez, está asustada.
Rey
blanco
Espero que no te hayas olvidado de mí. ¿Jugamos?
Cuando Antonia Scott recibe este mensaje, sabe muy bien quién se lo envía. También sabe que ese juego es casi imposible de ganar. Pero a Antonia no le gusta perder.
Después de todo este tiempo huyendo, la realidad ha acabado alcanzándola. Antonia es cinturón negro en mentirse a sí misma, pero ahora tiene claro que, si pierde esta batalla, las habrá perdido todas.
—La reina es la figura más poderosa del tablero —dice el Rey Blanco—. Pero por poderosa que sea una pieza de ajedrez, nunca debe olvidar que hay una mano que la mueve.
—Eso ya lo veremos —responde Antonia.
El final es solo el principio.
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