jueves, 4 de marzo de 2021

Croquetas y wasaps

 




Para Begoña Oro, Croquetas y wasaps es una invitación a tirarse a la piscina, una vacuna contra la imbecilidad, una lección sobre cómo una novela de formación), como un tetrabrik con concentrado de vida.

Andaba por el Himalaya haciendo trekking y una madrugada, al echar a andar, asistí a una lluvia prodigiosa de hojas que caían arrancadas por un viento suave. Pensé entonces en lo fácil que era para los árboles dejar ir a las hojas y en lo difícil que resulta para las personas despedirse. Y me propuse escribir una historia sobre una chica que se aferra a alguien a quien debería dejar ir. 

Luego la novela creció y creció, y la protagonista también. 

Lucas no está preparado para..., para..., para... y claro, el tiempo se detiene cuando no consigue terminar la frase, los bordes de la realidad se comban y la vida deja de tener sentido para la pobre Clara. De nada sirve el gloss que se ha puesto para la ocasión, la ropa que ha escogido o la raya del ojo. Lucas no está preparado y ella, tonta enamorada, se acaba de quedar con el corazón roto en una mano y una declaración de sentimientos interrumpida en la otra.

¿Qué importa si su abuelo y su madre se pasan el día enzarzados en una guerra sin sentido? ¿Qué más da que la regañen por unos sprays de pintura que no son suyos? ¿O que suspenda? ¿O que todos sus amigos intenten animarla? ¿O que Unai haya inventado dos nuevas versiones en las últimas semanas sobre cómo murió su padre? Ella solo quiere recuperar al perfecto y guapísimo Lucas, al chico por el que todas suspiran, al chico con el que sueña en cuanto se despista,  ya sea de noche o de día. Pero, a veces, el universo se confabula para narrar una historia bien distinta a la que nosotros hemos planeado, por mucho que queramos sentirnos los protagonistas. Y esto es algo que Clara descubrirá pronto: que, a veces, lo más importante no es lo que más deseamos, sino lo que ya tenemos y no sabemos apreciar.


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